Esta ruta discurre casi íntegramente por la comarca de las Cinco Villas, en una tierra de fronteras entre cristianos musulmanes y, posteriormente, entre Aragón y Navarra. Rincones típicos, iglesias, castillos, trazados medievales o arquitectura popular, se unen a bellos e insospechados parajes, llanuras de cereales, montañas, valles ríos y bosques en un entorno dominado por la fuerza de la naturaleza.
172'6 Km
Esta pequeña localidad toma su nombre del enclave rocoso en el que está asentada. Su casco urbano está formado por un conjunto de antiguas casonas solariegas de piedra que componen buena parte de los edificios de la localidad.
Los Aguarales de Valdemilaz son el resultado de un curioso paisaje de caprichosas formas producido por el agua de la lluvia sobre la arcilla que, junto al viento y al tiempo, se han encargado de modelar estas bellas formaciones conocidas también como chimeneas de hadas.
El Santuario de la Virgen de Monlora, patrona de Luna, famosa por el mito de hacer milagrosa el agua de los aljibes del monasterio. En la iglesia del Santuario (s. XVIII) destaca su retablo mayor, cuatro lienzos de José Luzán (maestro de Goya) y una valiosa escultura en madera del Ecce Homo. Digno de mención es el pórtico gótico flamígero del claustro, y las espectaculares vistas panorámicas.
El pueblo se extiende a los pies del monte Corona, en cuya cima se encuentran los restos de un antiguo castillo. Unos metros por debajo del nivel del castillo se halla la restaurada, pero románica en origen, ermita de la Virgen de la Corona.
• Santa Anastasia (9,9 km)
• El Bayo (15,3 km)
• Biota (21 km)
Capital de la Comarca de las Cinco Villas y uno de los municipios más poblados de Aragón cuyo casco urbano nos invita a descubrir antiguos caserones de estilo renacentista aragonés.
La historia moderna de las Cinco Villas está ligada a la llegada del agua desde el Embalse de Yesa, ya que, en el año 1951, un Decreto estableció la creación de una serie de nuevas poblaciones en toda la zona regable por el Canal de Las Bardenas.
Todos responden al mismo patrón urbanístico, que los hace fácilmente reconocibles. Toman su nombre del antiguo lugar en el que se emplazaron o bien por los nombres devocionales, como es el caso de Santa Anastasia.
La historia moderna de las Cinco Villas está ligada a la llegada del agua desde el Embalse de Yesa, ya que, en el año 1951, un Decreto estableció la creación de una serie de nuevas poblaciones en toda la zona regable por el Canal de Las Bardenas.
En el caso de El Bayo, toma su denominación de un antiguo despoblado, documentado a principios del siglo XII, donde, según la documentación, existía un monasterio medieval y otras construcciones, que todavía hoy se conservan, las conocidas ‘Torres del Bayo’.
Importante enclave estratégico en los siglos X y XI por ser territorio de frontera durante la Reconquista cristiana. Aunque la historia de este municipio va más allá, en el mundo romano, ya que formaba parte de la calzada que unía Caesaraugusta con Pompaelo, que atravesaba Ejea, Sádaba y Los Bañales. En lo alto de Biota se sitúa el famoso palacio barroco, de los Vizcondes de Biota, pasando luego su legado a los Condes de Aranda.
• Layana (2,9 km)
Es una villa de indudable sabor medieval cuyo perfi l es inconfundible gracias a su magnífico castillo del siglo XIII, uno de los más monumentales y representativos de su época en Aragón. Un paseo por el casco histórico nos permitirá descubrir los restos de su muralla medieval, el entramado de sus calles, la sobriedad de sus edifi cios y la belleza de algunas casonas nobiliarias.
A lo lejos destaca el Torreón de Layana, mandado construir por Alfonso II en el año 1186. Hoy en día este espacio recuperado, se dedica a ser un singular museo dedicado a la agricultura y el mundo romano, que sigue estando muy presente en el municipio dada la proximidad al yacimiento romano de Los Bañales.
El municipio es digno de su emblema «un alto en el camino» ya que atesora
entre sus calles historia y patrimonio, de traza medieval ya que discurría la vía romana que conectaba Caesar Augusta y Pompaelo. Su caserío alberga varios palacios, su iglesia románica y la torre del castillo, actualmente reutilizada como campanario de la actual ermita del Santo Cristo, que fue levantado en una meseta rocosa para la defensa del territorio. En el interior de la iglesia se custodia un magnífi co sarcófago paleocristiano en mármol de Carrara del siglo IV que hace la función de altar Mayor.
Paseando por las calles de esta pequeña población, emplazada cerca de la antigua Vía Augusta, resulta sorprendente ver cómo los vecinos tienen en sus casas altares, inscripciones en las puertas, capiteles corintios sosteniendo balcones, miliarios en los jardines, bloques con epígrafes sepulcrales… constituyendo un auténtico museo al aire libre. Entre sus edificios destaca un interesante torreón medieval con arcos apuntados y saeteras. El Convento de los Escolapios es un conjunto de dependencias del siglo XVII con una pequeña iglesia barroca.
Cuna real en cuyo palacio de Sada nació el rey Fernando el Católico. Declarado Conjunto Histórico y uno de los pueblos más bonitos de España con casas de piedra y aleros de madera, una encantadora plaza de la Sartén, sede de la antigua judería. La plaza de la Villa está ocupada por dos edificios monumentales: el ayuntamiento y el Colegio Isidoro Gil de Jaz. En la cima se encuentran la lonja medieval y la solitaria torre del castillo con una espectacular panorámica.
La villa medieval de Uncastillo se considera el mejor conjunto románico del siglo XII de España, catalogada como «Pueblos mágicos». Destacan sus seis iglesias románicas y los restos de su recinto amurallado con la Torre del Inicionaje. Sus calles empinadas, sus casas palaciegas y su antigua judería crean una sensación de pausa en el tiempo.
Hermosa villa medieval con su monumental iglesia de San Salvador adosada a los restos del castillo. También destaca la iglesia de San Esteban de ábside románico que recoge en su interior el museo de Arte Religioso. En el núcleo destaca la antigua judería y el ayuntamiento, con su sobria fachada de piedra sillar.
El caserío se extiende alrededor de su majestuoso castillo-fortaleza y la iglesia de San Martín. Muy importante y bien conservada es su judería, un caso excepcional ya que más de la mitad de la población de Biel era judía a principios del siglo XV.
Su casco urbano presenta un diseño interior basado en una sucesión de pequeñas plazas con atractivos edificios y casas que conservan en perfecto estado su antigua fisonomía