En el municipio destaca la conservación de su iglesia, dedicada a Santa Catalina, y por uno de los parajes más singulares de la comarca: el Salto del Lobo, que albergó antaño una central hidroeléctrica. Este enclave ofrece espléndidas vistas panorámicas sobre el río Gállego y una flora y fauna exuberante propia de la ribera.
Un ecosistema muy apreciado por los amantes de la botánica, ya que hay especies como la ‘Cola de caballo’, propia de lugares húmedos y encharcados, una planta primitiva que hace 400 millones de años formaba grandes bosques; junto a ellas, grandes extensiones de chopos, árbol propio de las riberas, además de apreciarse fresnos, las bandellias y las lisimaquias blancas, todas ellas difíciles de encontrar en el resto del recorrido desde Gállego, salvo en su desembocadura. Igualmente destacan por su aroma intenso y característico, las mentas que hacen de esta zona de la ribera, armonizada por el ritmo del agua, un verdadero paraíso.
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