Biota fue un importante enclave estratégico durante los siglos X y XI, por ser territorio de frontera durante la Reconquista cristiana.
Así, aparece documentado en contadas ocasiones, especialmente, ligado a Sancho Ramírez, que concedió su torre a Fortún Aznárez tras su conquista.
Si bien, la historia de Biota va más allá y también está presente mucho antes, en el mundo romano, cuando formaba parte de la calzada que unía Caesaraugusta con Pompaelo, que pasaba Ejea, Sádaba y Los Bañales, yacimiento que dista muy poco de Biota, nombre que viene de este momento histórico.
Situada a 103 kilómetros de Zaragoza, tomando un desvío de la A.127, Biota es hoy un municipio moderno, con múltiples servicios, incluido un albergue, pero conserva su imagen antigua, ya que en lo alto se sitúa su famoso palacio barroco, primero de los Jiménez de Urrea, saga que luego tuvo el título de ‘Vizcondes de Biota’, pasando luego su legado a los Condes de Aranda. Este palacio está unido a la torre medieval, ambas construcciones restauradas y con uso cultural y municipal en la actualidad.
También es de gran belleza su iglesia parroquial, que presenta dos fachadas labradas de gran interés, por estas sus esculturas ligadas al Maestro de Agüero, uno de los artistas más famosos del medievo.
Malpica de Arba: Fue enclave fronterizo en la Reconquista cristiana y, según Bernabé Cabañero, su iglesia se asienta sobre pilares de raigambre musulmana. Actualmente es una localidad que destaca por su estado de su conservación y por su emplazamiento, en lo alto de un montículo, que le otorga unas bellas vistas del valle, por el que discurre el río Arba. Muy cerca de este municipio, entre éste y Biota, está la Fuente del Diablo, en la que según cuenta la leyenda, una muchacha, cansada de tener que transportar desde el lejano río cántaros y más cántaros pactó con Satán. Le vendió el alma a cambio de que levantase la colosal obra del acueducto de Los Bañales en una sola noche antes de que el gallo cantara, ya que ella vivía allí.
Y así lo hizo el maligno, pero justo cuando le faltaba colocar la última piedra la doncella acercó un candil a las aves de su corral provocando un sonoro quiquiriquí. El demonio se vio sorprendido por la estratagema y tuvo que reconocer que, aunque por una sola piedra no había podido cumplir su parte del pacto…y renunció al alma de la doncella”.
Web: www.biota.es